Nadie, allá por el mes de mayo, pensaba que aquella convocatoria que había surgido por la "red" podría llegar a cuajar. LLegó el 15 de Mayo y las calles de las ciudades del país se llenaron de gente, de ciudadanos de todas las edades, de casi todas las procedencias sociales, estudiantes, amas de casas, parados, trabajadores, profesionales..., hartos de ser ignorados, cansados de ver como los distintos gobiernos de las diversas instancias del país se empeñan en destruir lo que tantos años, tanto sufrimiento y tanto esfuerzo ha costado construir, los derechos laborales, las pensiones, la educación y la sanidad públicas, los pilares sobre los que se asienta el hipotético estado de bienestar.
Pensaron que todo pasaría tras las elecciones, ¡que ciegos y que sordos están!, y el 19 de junio los ciudadanos, en masa, volvimos llenar las calles con indignación, pero también con la alegría de ver que no estamos solos, con la esperanza de reconocer nuestros anhelos en la mirada del compañero de manifestación, tu y yo y todos los que nos acompañan somos muchos, sabemos lo que no queremos y también lo que queremos, estamos hartos de ser ignorados por los que tienen la obligación de trabajar para nosotros. Somos más y tenemos el poder de decidir.
El verano y el calor siempre han tenido la capacidad de apaciguar los ánimos levantiscos del pueblo. Cualquiera se enfrenta a las terribles temperaturas de la piel de toro. Confiados nuestros políticos en la capacidad disuasoria de la canícula estival y habiendo dejado que pasaran los días de mayor efervescencia social algunos se lanzaron al oportunismo más repugnante intentando fagocitar las ideas y planteamientos que los ciudadanos reivindican, llegando a negarse a si mismos, a sus acciones y responsabilidades, ¿verdad que si, candidato Rubalcaba?
Otros, iniciaban la "operación limpieza pregenerales", barrían su basura y la lanzaban al cubo del olvido a pesar de cacareadas inocencias.
Mientras tanto, indignados, valientes y decididos, algunos cientos de ciudadanos iniciaron diversas marchas desde todos los puntos cardinales para converger en la capital del reino con la intención de transmitir su mensaje allá por donde pasasen y, también, con la firme voluntad de recoger aquello que en su camino las gentes les aportasen. Días de calor, de esfuerzo y fatiga, pero también de alegrías y esperanza, de proximidad y comunicación, aunque costase llegar a conseguir que los lugareños se quitasen la coraza de miedos y silencios que arrastraban, a todos nos costó salir a la calle, a muchos aun nos cuesta decir lo que pensamos y en los pequeños pueblos de España siguen pensando que las paredes oyen y que el silencio ayuda a vivir mejor.
A pesar del potente mensaje social de las marchas que recorrían el país los medios oficiales de comunicación apenas resaltaban el hecho, el silencio de mediático suprime la realidad, pero las marchas continuaron su camino y cuando ya estaban convencidos los "representantes públicos" de que el silencio, el ostracismo, el calor y las vacaciones acabarían con el empuje de los ciudadanos, volvieron a encontrarse con la tozuda y cruda realidad. Las marchas alcanzaron su destino en loor de multitud. Pletóricos, satisfechos y orgullosos de reivindicar la dignidad que nos quieren arrebatar fueron llegando una tras otra las Marchas Populares Indignadas a una rebosante (por unos cientos de personas) Puerta del Sol.
¡De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste!
PSOE, PP, como si estuviesen viviendo en un mundo paralelo al nuestro, parecen no ser conscientes de que la legitimidad al frente de nuestras instituciones está en nuestras manos y los ciudadanos tenemos cada día más claro que cualquiera nos puede representar mejor que ellos, hasta un niño de diez años.
Más imágenes del 24 de julio.
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